Como madre primeriza sé que no existe una escuela a la que podamos inscribirnos para darles lo mejor educación a nuestros hijos. Sin embargo, vivimos en la era de la información, así que siempre podemos buscar consejos para lidiar con el siguiente reto que nos traigan nuestros bebés.
¿Era de la información o de la desinformación?
Ahora bien, hay que ser claros: educar bien a tus hijos no implica perfección. Vas a cometer errores, lo importante es que estos no afecten significativamente su desarrollo y pueda ser eventualmente un adulto funcional. El internet puede ser tu mejor aliado a la hora de buscar consejos. Ahí puedes leer un artículo de un doctor de Harvard, encontrar consejos de una página con cero credibilidad que lo único que quiere es meterte un virus. Lo mismo pasa con las personas.
Cómo escoger el consejo correcto
Y es que no hay familia que se salve de los consejos bien intencionados de medio mundo. Recuerda que la intención de tus familiares es tratar de aligerarte la carga porque ser madre primeriza es difícil.
Primer paso: firme pero amable
Escucha con atención y amabilidad, dale a tu familiar el beneficio de la duda. Sin embargo, no cedas a la presión de tomar una decisión precipitada. Aunque tu amiga o familiar se ofenda un rato, vale la pena tomarte tu tiempo por el bienestar de tus hijos. No tomes decisiones sin sentirte segura. Ellos no van a afrontar las consecuencias, tus hijos y tú son quienes van a vivir con tus decisiones.
Segundo paso: labor de detective
Decidas lo que decidas, la meta es que no te arrepientas. A lo mejor suena exagerado ponerte a investigar las decisiones que tomarás con tus hijos porque estamos acostumbrados a educar a nuestros hijos en modo de supervivencia. Sin embargo, en la actualidad tienes el tiempo y los medios para investigar qué hacer con ellos. Y no tiene que llevarte horas, puede ser una simple llamada a tu pediatra. Claro que, desde que estabas embarazada ya inspiraste un pediatra de confianza. Procura que sea alguien de mente abierta a los clásicos remedios de abuelita. La naturaleza es sabia y tiene muchas opciones curativas aunque éstas sean más lentas que unas pastillas.
Finalmente: ¡confía en tu instinto!
El instinto materno es poderosísimo, ¡no lo ignores! Quizás con el paso del tiempo tengas que entrenarlo para que no te gane el miedo y termines sobreprotegiendo a tu hijo. Piensa en cómo se sentirá tu bebé con tus decisiones, piensa cómo te sentías tú de niño en una situación similar. Imagina cómo reaccionará tu hijo a largo plazo. Analiza si esta decisión lo acercará a ser la clase de adulto que deseas que sea. Además, confía en tu pareja. Formen un frente unido y recuerden que como padres no están obligados a ceder a ninguna presión. Si ustedes no defienden a sus hijos, ¿quién lo hará?
Tienes toda la libertad de decidir cómo criar a tu bebé porque es tu responsabilidad y de nadie más. No dejes que las nobles intenciones de tus conocidos te priven de esa libertad por ser madre primeriza, pero tampoco te cierres a escucharlos. Nunca sabes quién tendrá una idea mejor.