Deseo encontrarte en la siguiente vida y en la vida después de esa

El amor verdadero siempre encuentra formas de regresar a tu vida. Quedé viuda hace ya cuatro años. Cuando mi esposo se fue de este mundo, sufrí mucho. Afortunadamente, el día de hoy he aceptado su partida y espero con ansias su regreso.

El amor que viví

Mi esposo murió muy joven, a los 34 años de edad. Estuvimos juntos 12 hermosos años: 4 de novios y 8 de casados. Tengo un hijo que está a punto de convertirse en adolescente y una vida que sigue hacia adelante. Hace unos años no podía levantarme de la cama, el dolor era algo tan fuerte que ni los rayos del sol ni mi comida favorita me hacían sentir mejor. Mis amigas y familiares me ayudaron a salir adelante. Tuve que ser fuerte, aprendía serlo primero por mi hijo y después por mí misma. El amor que dejó mi esposo ha sido suficiente para transformar completamente mi vida.

El enojo de su partida

Mi esposo murió en un accidente automovilístico en la carretera. Al principio le tuve mucho odio por haber tomado ese camino. También le tuve odio al coche, al día, a la noche, al pavimento y a todo lo que pasó alrededor de ello. Un hombre y un padre perfectamente sano perdió la vida en una solitaria carretera en medio de la noche. El amor de mi vida se había ido sin que yo pudiera verlo una última vez. No pude sentir su piel caliente, ni ver sus ojos verdes, ni siquiera decirle “te amo” por última vez. Su partida sembró una rabia que me consumió por algún tiempo.

Del resentimiento al amor

Fue una transformación que tomó cuatro años de altibajos. Siempre estuve consciente de que no podía convertirme en un desastre emocional. Tenía un pequeño que absorbería de mí todo lo que estuviera sintiendo. Ninguna terapia fue capaz de ayudarme del todo. Fue mi hijo de nueve años de edad quien una noche entró a mi habitación mientras lloraba y me preguntó porqué seguía llorando por papá. Me dijo que papá se iba a poner muy triste si seguía viéndome llorar y lo conservábamos como un fantasma en la casa.

Las respuestas caen del cielo

Mi hijo me dio la semilla para encontrar el amor de nuevo. Gracias a esas palabras comencé a recordar el amor de mi esposo. Cómo siempre se preocupaba por mi ánimo y hacía tonterías en la cocina para hacerme reír. Recordé nuestras escapadas de noche, la forma en la que nos enamoramos. También cómo siempre me decía que todo iba a ir bien. Al siguiente día mi vida comenzó a cambiar poco a poco.

Tiempos mejores vendrán

El cambio de mentalidad que produjo mi hijo en mí fue como un escalón para que me atreviera a ver la vida de otra forma. Aún extraño al hombre que despertaba a mi lado y la cafetera llena que tanto me irritaba. Desde ese día comencé a prender una vela cada mañana agradeciendo la presencia de mi marido mientras la tuve físicamente y ahora agradeciendo la energía que dejó en mí y en mi hijo para seguir adelante. Al parecer, su sabiduría pasó a ser parte de mi pequeño, quien adoptó ciertos ademanes y manías de su padre.

Cuando me preguntan por el amor de mi vida…

Solo puedo decirles que deseo encontrarlo en la siguiente vida y en la vida después de esa. También espero encontrar ese amor en esta vida, en otros ojos, otras manos y con otra historia. En este lapso aprendí que el amor no se puede destruir y tampoco puede morir con una persona. Se encuentra en todo lo que nos rodea, en nuestra memoria y también en el presente. Hoy me siento agradecida por haber tomado de las manos a mi esposo por tantos años, por la vida que sembró dentro de mí, por mi hijo y más que otra cosa: por enseñarme a amar.

Experimentar la muerte de un ser amado no es sencillo, pero somos responsables de la forma en la que nos afecta. Mi hijo me enseñó eso.