Últimamente me he encontrado con un tema muy controversial en las conversaciones con mis amigos: la niñofobia. Sabemos que las fobias son miedos irracionales hacia situaciones, objetos o contextos específicos. Sin embargo, no hay que dejarnos engañar por el término. La niñofobia es más molestia que miedo. Existen opiniones encontradas respecto a esta forma de llamarle al desagrado que sienten algunos adultos hacia los niños. Hay quienes creen que las razones de los niñofóbicos son completamente fundadas. En tanto, hay otros que aseguran que se trata de una exageración alimentada por los comercios, te explico por qué.
Cuándo la niñofobia se convierte en problema
La niñofobia es un término que adoptado por quienes rechazan que haya niños en los espacios públicos. Sobre todo, se trata de hombres y mujeres jóvenes sin hijos y con prejuicios. Son personas que han decidido no tener descendencia por distintas razones. Algunas de ellas son que prefieren darle prioridad a su trayectoria profesional o que no desean compartir sus energías, tiempo, dinero y amor con un niño. Estas razones son totalmente respetables; sin embargo, se convierten en un problema cuando se trasladan al espacio colectivo. Quienes sí tienen hijos de pronto se ven obligados a limitarse a asistir a ciertos lugares en los que se prohíbe la entrada de niños con la única justificación de que molestan a los demás.
¿Por qué para vender?
Hace no mucho tiempo era prácticamente imposible encontrar en los medios de comunicación expresiones en las que se rechazara a los pequeños. Sin embargo, de unos años para acá, la dinámica social ha cambiado. Ahora encontramos standuperos que tienen rutinas completas sobre la molestia que causa la presencia de los niños. Este es un discurso dirigido a padres cansados de lidiar todo el tiempo con sus hijos y a jóvenes que han decidido no convivir con ellos. La niñofobia también es aprovechada por restaurantes y cafeterías que no admiten a menores de cierta edad entre sus comensales. Lo mismo ocurre en algunos hoteles, medios de transporte y eventos sociales. Así es como el odio a los niños se ha convertido para ciertos negocios en una excelente oportunidad de ofrecer valor agregado a sus servicios.
¿Te habías planteado antes que la niñofobia puede ser solo una estrategia publicitaria?