Cómo saber cuando una amistad se volvió tóxica

Si pensabas que todas esas personas a las que llamas amigos, estarán contigo toda la vida, te equivocas. Algunas personas sólo llegan para estar un rato en nuestra vida y luego se marchan. Otros tantos, te demostrarán que de amigos no tienen una pizca. Así que relájate si algunos amigos salen de tu vida más pronto de lo que imaginabas. A veces las señales son claras para saber si una amistad se volvió tóxica, toma nota.

No te sientes cómoda con esa persona

Antes podías pasar mucho tiempo con esa persona y te sentías cómoda, pero ahora ya no es así. Es todo lo contrario, al grado que disfrutas más con sus amigos o en todo caso preferirías estar sola. Además, has notado que ya no puedes entablar de manera natural una conversación con esa persona. Te sientes tan extraña, que ya no sabes qué podrías contarle o qué no.

Se molesta cuando le compartes buenas noticias tuyas

Notas que cuando le dices que te han ascendido de puesto de trabajo o si tu novio te ha pedido matrimonio, ella finge estar feliz por ti. Pero después te enteras por otros, que habla sobre ti o que asegura que no mereces todo lo que ha llegado a tu vida. Lo peor es que no te dice nada de frente y cuando está contigo finge por completo.

Sólo te busca cuando necesita algo

Si necesita dinero o un favor, recurre a ti porque sabe que no le dices que no. El problema es que a veces abusa de eso. Por muy incómodo que sea, tienes que aprender a decir que no para que no quiera seguir abusando de esa falsa amistad.

Sientes agotamiento o estrés

En vez de darte gusto saber que pasarás tiempo con esa persona, comienzas a angustiarte o sentir estrés. ¿De verdad crees que así debe ser una amistad?

Créeme, a veces es necesario decir adiós a algunas personas, en lugar de dañar nuestra propia salud o autoestima.

Salí con mis amigas, un chico me sacó a bailar y una amiga me dejó de hablar por ello

Historia 100% verídica. Con esta me di cuenta de quiénes realmente son mis amigas y quienes solo están para estorbar. Una amiga me dejó de hablar por una noche de diversión y baile. Según ella, yo soy una de las peores influencias que haya tenido en la vida.

Salimos por un trago

En mi época de universidad me tocó organizar un evento enorme para el cual tuve, prácticamente, cero ayuda. Cuando todo ya estuvo aterrizado, mis amigas y yo decidimos echarle un ojo al antro que elegimos para el evento. Así que dejamos a los novios de lado ese día para irnos a festejar que ya casi acabábamos la universidad. Yo me puse un vestido de esos que hacía ya mucho tiempo que no utilizaba, elegí unos tacones y me dispuse a disfrutar como nunca de la velada.

Llegando al lugar

Cómo decidimos que esa noche era sin novio, habían muchas chicas en la mesa quejándose al respecto. Algunas decían que no se iban a divertir por no tener con quien bailar. Otras se la vivieron en el teléfono 90 % de la noche y algunas cuantas hicieron acto de presencia y 10 minutos después desaparecieron para ver a su respectivo novio codependiente. Las que nos quedamos en la mesa comenzamos a pedir algunos tragos y a platicar a gritos, pues como te imaginarás el antro es un pésimo lugar para platicar.

Cansada de estar sentada

Me levanté y me apoyé sobre un barandal para ver el lugar con detenimiento. En realidad era un antro cualquiera: poco espacio , muchas luces y chicas en faldas que podías usar como blusa sin problemas. A lo lejos había una bolita de amigos y me sorprendió ver a un chico guapo con la misma cara que yo tenía en ese momento: de fastidio total. El estrés no se me bajaba, estábamos a pocos días del evento y aún me quedaba mucho por hacer. Lo miré descaradamente sin pensarlo y en un cerrar y abrir de ojos él estaba viendo hacia mí. Me sonrió y le devolví la sonrisa. Luego me fui a sentar como un ratón asustado.

Yo tenía novio

Me senté y le conté con risas a mi BFF que ya se había pasado de lanza con los shots. En aquel entonces yo ya no me encontraba muy bien con mi novio, estaba algo aburrida de serte sincera. Sin embargo, en mi vida he engañado a nadie. Sin embargo, me dije: “qué importa, al final ver no me va a matar”. Otra de mis más cercanas amigas estaba sentada junto a mí con la sonrisa más forzada del mundo. Se veía que lo estaba pasando mal. Así que la saqué a bailar, junto con el resto de la mesa. Nos paramos y comenzamos a bailar, mi amiga puso buena cara y empezó a relajarse.

Cuando íbamos de regreso a la mesa…

…Pasé junto al chico lindo que bailaba con una chica mirando hacia todos lados menos hacia ella. Entonces, pasé a su lado y me reí discretamente. Y justo cuando iba subiendo la escalera una mano tomo la mía. Era él, pidiéndome que bailara. Creo que el color se me subió de los pies a la cabeza en menos de cinco segundos. Nerviosa y un tanto indecisa, dejé que me arrastrara a la pista y comencé a bailar con él. Cuando voltee a ver a mis amigas todas me sonreían como buenas cómplices. Todas menos una. Esta chica me hacía muecas y malas caras desde nuestro lugar. Al principio pensé que lo hacía de broma, pero pronto me di cuenta de que no era así.

Bailando

Mientras bailaba con este chico me di cuenta de sería muy sencillo acercarme un poco más a este chico y besarlo. La sola idea de hacerlo me generaba pavor. Así que bailé con él manteniendo mucha distancia entre ambos. No obstante, por momentos me perdí en la idea de estar soltera y poder besarlo. Claro que eso no pasó, acabó la música y le dije que tenía que regresar. Me pidió mi teléfono y le di uno falso. Regresé a la mesa en la que mi amiga con una cara muy molesta me dijo: “Debería darte vergüenza andar bailando con un hombre que no es tu novio”.  Yo solo comencé a reírme y le dije que mi novio no era mi dueño y yo no había hecho nada malo.

La amistad se rompió

Por alguna extraña razón, mi amiga se tomó super a pecho que yo bailara con este chico. Se volteó y dejó de hablarme, yo me di la vuelta y seguí tomando. Al día siguiente todas me preguntaron cómo me había ligado a ese bombón. Sinceramente, una parte de mí se arrepentía de no haberle dado mi número real, pero la noche ya se había esfumado. Mi amiga comenzó a lanzarme otro speech moral que la verdad parecía más un contrato de compra-venta entre personas. Estuvo así durante unos 30 minutos mientras comíamos en la uni hasta hasta que me harté. Le hice ver que nuestro razonamiento claramente era diferente y nunca íbamos a estar de acuerdo. Yo nunca me iba a sentir mal por bailar con ese desconocido y ella nunca lo vería bien.

Y luego me borró de todas sus redes sociales y, como cría de primaria, cortó la amistad para siempre.