Historia 100% verídica. Con esta me di cuenta de quiénes realmente son mis amigas y quienes solo están para estorbar. Una amiga me dejó de hablar por una noche de diversión y baile. Según ella, yo soy una de las peores influencias que haya tenido en la vida.
Salimos por un trago
En mi época de universidad me tocó organizar un evento enorme para el cual tuve, prácticamente, cero ayuda. Cuando todo ya estuvo aterrizado, mis amigas y yo decidimos echarle un ojo al antro que elegimos para el evento. Así que dejamos a los novios de lado ese día para irnos a festejar que ya casi acabábamos la universidad. Yo me puse un vestido de esos que hacía ya mucho tiempo que no utilizaba, elegí unos tacones y me dispuse a disfrutar como nunca de la velada.
Llegando al lugar
Cómo decidimos que esa noche era sin novio, habían muchas chicas en la mesa quejándose al respecto. Algunas decían que no se iban a divertir por no tener con quien bailar. Otras se la vivieron en el teléfono 90 % de la noche y algunas cuantas hicieron acto de presencia y 10 minutos después desaparecieron para ver a su respectivo novio codependiente. Las que nos quedamos en la mesa comenzamos a pedir algunos tragos y a platicar a gritos, pues como te imaginarás el antro es un pésimo lugar para platicar.
Cansada de estar sentada
Me levanté y me apoyé sobre un barandal para ver el lugar con detenimiento. En realidad era un antro cualquiera: poco espacio , muchas luces y chicas en faldas que podías usar como blusa sin problemas. A lo lejos había una bolita de amigos y me sorprendió ver a un chico guapo con la misma cara que yo tenía en ese momento: de fastidio total. El estrés no se me bajaba, estábamos a pocos días del evento y aún me quedaba mucho por hacer. Lo miré descaradamente sin pensarlo y en un cerrar y abrir de ojos él estaba viendo hacia mí. Me sonrió y le devolví la sonrisa. Luego me fui a sentar como un ratón asustado.
Yo tenía novio
Me senté y le conté con risas a mi BFF que ya se había pasado de lanza con los shots. En aquel entonces yo ya no me encontraba muy bien con mi novio, estaba algo aburrida de serte sincera. Sin embargo, en mi vida he engañado a nadie. Sin embargo, me dije: “qué importa, al final ver no me va a matar”. Otra de mis más cercanas amigas estaba sentada junto a mí con la sonrisa más forzada del mundo. Se veía que lo estaba pasando mal. Así que la saqué a bailar, junto con el resto de la mesa. Nos paramos y comenzamos a bailar, mi amiga puso buena cara y empezó a relajarse.
Cuando íbamos de regreso a la mesa…
…Pasé junto al chico lindo que bailaba con una chica mirando hacia todos lados menos hacia ella. Entonces, pasé a su lado y me reí discretamente. Y justo cuando iba subiendo la escalera una mano tomo la mía. Era él, pidiéndome que bailara. Creo que el color se me subió de los pies a la cabeza en menos de cinco segundos. Nerviosa y un tanto indecisa, dejé que me arrastrara a la pista y comencé a bailar con él. Cuando voltee a ver a mis amigas todas me sonreían como buenas cómplices. Todas menos una. Esta chica me hacía muecas y malas caras desde nuestro lugar. Al principio pensé que lo hacía de broma, pero pronto me di cuenta de que no era así.
Bailando
Mientras bailaba con este chico me di cuenta de sería muy sencillo acercarme un poco más a este chico y besarlo. La sola idea de hacerlo me generaba pavor. Así que bailé con él manteniendo mucha distancia entre ambos. No obstante, por momentos me perdí en la idea de estar soltera y poder besarlo. Claro que eso no pasó, acabó la música y le dije que tenía que regresar. Me pidió mi teléfono y le di uno falso. Regresé a la mesa en la que mi amiga con una cara muy molesta me dijo: “Debería darte vergüenza andar bailando con un hombre que no es tu novio”. Yo solo comencé a reírme y le dije que mi novio no era mi dueño y yo no había hecho nada malo.
La amistad se rompió
Por alguna extraña razón, mi amiga se tomó super a pecho que yo bailara con este chico. Se volteó y dejó de hablarme, yo me di la vuelta y seguí tomando. Al día siguiente todas me preguntaron cómo me había ligado a ese bombón. Sinceramente, una parte de mí se arrepentía de no haberle dado mi número real, pero la noche ya se había esfumado. Mi amiga comenzó a lanzarme otro speech moral que la verdad parecía más un contrato de compra-venta entre personas. Estuvo así durante unos 30 minutos mientras comíamos en la uni hasta hasta que me harté. Le hice ver que nuestro razonamiento claramente era diferente y nunca íbamos a estar de acuerdo. Yo nunca me iba a sentir mal por bailar con ese desconocido y ella nunca lo vería bien.
Y luego me borró de todas sus redes sociales y, como cría de primaria, cortó la amistad para siempre.